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El nombre Corazón de Jesús es una expresión simbólica con la que significamos el centro más íntimo de la persona de Jesús, que nosotras hemos experimentado, también desde la realidad más íntima de nuestro ser, como el amor misericordioso de Dios.

El fin de la presencia de Jesús entre los hombres fue hacer la voluntad del Padre. Para realizar esta voluntad Jesús hizo suya la misión del siervo de Dios, por la que eligió voluntaria y libremente una condición de vida pobre y humilde y desde esa condición de vida anunció la salvación a los pobres, se entregó en servicio humilde de amor a los hombres y fue hasta el extremo de las exigencias del amor en que se inspiró este servicio dando su vida por la redención de todos (cf, Mt 11,29 Lc 4, 18ss).

La Madre Asunción y su modo específico de configurarse con el misterio de Cristo.

El don de gracia que la Madre Asunción recibió del Espíritu se reveló en ella en un fuerte amor de configuración con el misterio de Cristo en la misión de siervo de Dios, misterio que la Madre supo relacionar con la entrega de Jesús en la celebración de la Eucaristía.

De ahí que en su continua oración ante la presencia permanente del misterio eucarístico contemple la síntesis de la vida de Jesús, el culmen de su entrega existencial el fiel cumplimiento de la misión salvadora que el Padre le había encomendado.

Es en esa permanente contemplación del misterio eucarístico de Cristo, considerado en toda su amplitud, en la que le es concedida una gran capacidad de comunión con Dios y con las personas; comunión que expresa con la entrega total de su vida al servicio humilde de amor a los niños, enfermos, encarcelados, perseguidos, participando de sus angustias y sufrimientos desde una solidaridad real con su situación, sin instituir ni financiar obras propias. Por eso la Congregación a la que le dio el ser en la Iglesia no debía capitalizar en orden a llevar a cabo las acciones en las cuales se expresaría el don que la poseía, pues la forma de manifestar el amor a las personas debía concretarse en la acción de compartir la propia vida y lo que se posee con ellas: “… el trabajo será honesto, para atender las necesidades propias y del prójimo. Nunca se
dedicarán a fomentar la vanidad, ni con espíritu de adquirir bienes materiales…” (cf. Const. 1938, pág. 33)

Pensamientos y súplicas de Madre Asunción
– “Hijas reconozcamos que no somos nada ni servimos para nada, y la misión nuestra es callar como Cristo, obedecer y amar como El, lo demás es soberbia”. (T.M.)
– “Que se nos presentan contrariedades: ¿qué importa? ¿qué hay que sufrir humillaciones y desprecios? Nunca llegaremos a los que sufrió Jesús por nosotras y para enseñarnos que ése y no otro es el emblema
del amor”. (T.M.)
– “A medida de la fe y a medida del amor y a medida de la humildad con que vayan y practiquen las cosas, harán o no harán apostolado”. (T.M.)
– «Humildad. C o n o c e r bien lo que somos. Que no somos nada. Si nos conociésemos bien, jamás nos resentiríamos por lo que nos digan. Porque por mucho que d i g a n, quedarán cortos”. (T.M.)
– “Mi hija amada: Sólo un recuerdo para despertar el alma. Jesús no cesa un momento de amarla y buscar encontrarla en silencio para hablarle; pues que ninguna criatura nos robe su derecho. Haya que dejarlo todo para hablar al TODO. ¿Cómo no? (Fragmento de carta de M. Asunción)
– Mis buenas hijas: Cuando el alma llega a poseer al amado, lo tiene todo por suyo. Si yo lograra verlas a todas derramando sobre los que las rodean caridad, ese amor que se reflejara del Corazón de Cristo, me
sentiría feliz. De esta unión de corazones de los nuestros con el de Jesucristo, nos viene todo Don, la santidad. Seamos humildes como El,
pacientes como El; prudentes como Él nos manda. Vivamos su vida hijas mías, que el tiempo pasa, y se nos vienen días tristes, pesados, etc., y sólo las almas que vivan en Jesucristo, vivirán felices. ¡Cuán pocas
son!¡Qué pena! ¿Qué dirá el Corazón de mi Jesús que nos ama desde la eternidad? Y ¿qué la Santísima Virgen? Al menos nosotras seamos suyas. Amemos de verdad a los dos. Las abraza fuertemente dentro del corazón de Cristo. Sor Asunción Soler (Málaga, 15 – 8 – 1955)

Confianza y abandono de Madre Asunción en la Providencia
– “Si se fían de Dios, si van unidas a Él, si se abandonan al poder de Dios, en sus manos amorosísimas, llevarán la sabiduría divina. Por lo tanto, no hay quien las gane – “Por sus fuerzas no confíen en nada, porque no valen nada, hijas, ni valemos ninguna de las presentes. Pero con Dios lo valemos todo, lo sabrán todo, lo podrán todo”.
– No debemos olvidar nunca que podemos pecar. Por eso hay que vivir abandonadas en los brazos amorosísimos de Dios y que El obre como quiera y de la manera que quiera en nosotras/os”.
– “Aquí no debe haber más voluntad que la voluntad de Dios”

Madre Asunción que vive desde la Mayor Gloria de Dios, es un alma en constante Presencia, su espíritu está dispuesto en una confianza y abandono en el Señor (Vacare Deo) disponibilidad total en tiempo y lugar, dejando todo en manos de Dios. Su comunicación es de confianza y abandono dando oportunidad de dar testimonio de su propia realidad “Fe y confianza, considero a mi entender, uno de los rasgos más característicos de ella. Ello le daba una serena seguridad ante los acontecimientos más adversos, todo venía de la mano de Dios, todo era voluntad suya; era uno de los caminos por los que más fácilmente se comprendía la unión de su alma constante con Dios”.

(D Francisco Carrillo, Sacerdote.

Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús

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