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“Vino nuevo en odres nuevos”

Lc 5, 38

El ser humano dentro de su ciclo vital se mueve entre épocas de adversidad y de bienestar. De hecho, la vida no es lineal, y dentro de ellas pasamos por distintas fases de crecimiento y de madurez dentro del proceso evolutivo de los individuos.

Las crisis personales a lo largo de la vida aparecen antes o después, dándose en tiempo y en espacio. Estos procesos, a pesar de su connotación negativa son los que intervienen de una forma favorable para el progreso espiritual, cognitivo y evolutivo de las personas. Debemos recordar y valorar que tenemos a nuestro alcance unas herramientas positivas como: los valores cristianos y determinados recursos psicológicos, valores que al gestionarlos adecuadamente serán de ayuda para podernos conocer y saber quiénes somos realmente. “Por amor de Dios hermanas, nos aprovechamos de estas faltas para conocer nuestra miseria” Sta Teresa 6M 4,11

A nivel espiritual: como cristianos y carmelitas el mayor gozo es sabernos amados por Dios Padre Madre a pesar de nuestras muchas debilidades; y nuestro estilo de vida será semejante a nuestro Hermano Mayor Jesús de Nazaret, El nos da testimonio de cómo llevar una vida entregada, de coherencia, unificada… entre lo que somos y lo que hacemos. “Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo” 2 Corintios 12, 9

A nivel psicológico: tenemos la herramienta que llamamos resiliencia, https://definicion.de/resiliencia/   viene de la palabra “resiliere” que significa coger impulso (como impulso para correr, nadar…) para salir fortalecidos. La definición de la Real Academia de la Lengua (RAE) “es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas” Por tanto, es una capacidad regenerativa innata que tenemos las personas para darle viabilidad a los conflictos que se nos presentan.

Las características de la persona cristiana resiliente son:

1 – Beber de la Fuente: el silencio-oración-contemplación-la Palabra y desde aquí encontraremos la mayor parte de las respuestas para la vida en singular y en plural.

2 – El autoconocimiento, el conocer cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, defectos y limitaciones. “No es pequeña lástima y confusión, que por nuestra culpa, no entendamos a nosotras mismas ni sepamos quién somos…saber qué cosa somos” Sta Teresa 1 M 2, la  Santa le da máxima importancia al autoconocimiento  porque es un trampolín para conocer a  Dios y conocernos a notros mismos.

3 – Poner la confianza en Dios y en nuestras capacidades, saber con qué herramientas se cuenta para la misión. Reconocer el trabajo del equipo y los dones a nuestra disposición, con capacidad para a reinventarnos en la crisis.

4 – Asumir nuestra vulnerabilidad y reconocer la de los demás a través de la humildad, debemos ser personas que piden ayuda y que cuentan con los demás. La empatía ayuda a ponerse en la piel de los demás.

5 –Creer en el misterio de Amor que somos, las dificultades si las afrontamos serán como una oportunidad. Valorar que los problemas con el prójimo- próximo son el reflejo de nuestras propias carencias.

6 – Apertura a los nuevos cambios o retos que se nos plantean. Vivirlo con objetividad y sin cerrazón a nuevas oportunidades, ver lo positivo de los acontecimientos extraordinarios, como la pandemia que estamos viviendo.

7 – No dejarse llevar por las emociones o los impulsos a priori, porque los problemas que se llevan a la luz del Evangelio, es donde se encontrarán las mejores respuestas.

8 – Buscar consenso consigo mismo/a y con los demás, personas conciliadoras, aunque enérgicas por su coherencia a pesar de la crisis.

9 – Vivir la alegría y el humor, saber sacar la parte buena y positiva de las adversidades. Reírse de uno/a mismos, desde el reconocimiento de nuestras limitaciones.

10 – Ser inclusivos no individualistas. Tener retos que nos estimule a trabajar por el bien propio y por los demás, la comunidad-sociedad será tan importante como nuestros propios intereses.

11 – Escuchar (los) y escuchar (me) una acción con doble dirección que nos dará una perspectiva amplia de la realidad y de nuestra naturaleza siempre en evolución.

12 – La solidaridad y generosidad en contraposición al egoísmo dentro de todos los ámbitos (familiar, laboral, social, naturaleza, económicos, ecológicos…)

“…porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en Verdad” (6M 10,7). “Y así entendí qué cosa es andar un alma en verdad delante de la misma Verdad” (V 40,3). Sta Teresa

Todos estos puntos, podrían decirse que son claves para ir reelaborando una relación armoniosa conmigo misma, con Dios y con los demás. Por tanto, nuestro reto, es que nos podamos desarrollar en todas nuestras capacidades (físicas, psíquicas, sociales y espirituales) y en la medida que las desarrollemos viviremos con sentido y le daremos coherencia a nuestra existencia y creceremos en la adversidad, en cambio, si nos dejamos llevar sin afrontar los miles de problemas que se nos presentan, viviremos frustrados, incompletos o insatisfechos y las relaciones serán de conflicto. Porque todo aquello que le afecta al próximo-prójimo a mí me afecta y viceversa; nada le es ajeno al alma sin el cuerpo y nada le es ajeno al cuerpo sin el alma.

Nuestra M. Asunción Soler, sierva de Dios, en una carta a su Director Espiritual, dice: “Pido a Jesús que me purifique, que limpie mi corazón de los estorbos que tiene y lo haga muy suyo…Señor, tuya soy, haz de mí lo que quieras” Si Dios lo permite es porque me conviene…”

Puntos para un trabajo personal o en grupo, si se considera:

  • Subrayar ideas o puntos que nos llaman la atención, dentro de mi proceso.
  • Aptitudes que tendría que trabajar para ser una persona más cristiana- resiliente.
  • De qué manera puedo ayudar a los demás en los procesos de crisis desde mi experiencia.

Juana Navarro Muñoz, (laica carmelita)

Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús

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