Esther Ndichu, hcscj
¿Cómo puedo agradecer a Dios todopoderoso por todo el bien que ha hecho por mí? Su amor y misericordia están más allá de mi conocimiento, su cuidado y protección más allá de la inteligencia de cualquier hombre, solo me uniré al salmista y diré;
“ Es bueno dar gracias al Señor, cantar alabanzas a tu nombre, Altísimo. Para proclamar tu amor al amanecer, tu fidelidad en la noche, con el arpa de diez cuerdas, con la melodía de la lira. Porque me alegras, Señor, con tus obras; en las obras de tus manos doy gritos de júbilo. Dad gracias al Señor porque es bueno, para siempre es su misericordia”
Él ha estado en mi vida, ayudándome a crecer y tener una vida que sea de bien en el servicio que me confiará en vida. Lo llamo Padre, pero Él es más de lo que puedo decir o incluso imaginar. El Señor ha estado conmigo en mi vida, en los años de formación inicial y me ha permitido llegar a donde estoy ahora. Ha escuchado mis oraciones con paciencia y Amor.
Estoy feliz de que mi Maestro nunca me deje y me ame tanto. Su Corazón me ha provisto de palabras que me hacen vivir. Su sacrificio me salva y me rescata del pozo de la destrucción donde el diablo aguarda la ruina de las almas.
Él da Luz para que brille sobre mí para que descubra el sentido último de mi vida en el servicio a Él, y como dice San Pablo: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil 1, 21). Su corazón rebosa de gran misericordia por las almas y por eso deseo vivir en este corazón de Jesús para saber más, cómo alabarle y glorificarle y servirle mejor.
Doy gracias a Dios por la vocación que me ha dado y por esta congregación en la que me hizo hacer los votos temporales el 16 de julio de 2022. Las palabras de lo alto continúan y continuarán dándome nueva profundidad a la misma invitación con la que el mismo Jesús llamó a sus discípulos a seguirlo, a dejar atrás la vida ordinaria y entrar en una relación íntima con Él. Es precisamente esta gracia especial de la intimidad la que en esta vida consagrada hará posible exigir mi don total de sí mismo en la vivencia de estos consejos evangélicos de Pobreza, Obediencia y Castidad.
Agradezco a la congregación por aceptarme como uno de sus miembros y servir a Dios según su propia voluntad. Mi agradecimiento a nuestra anterior Superiora General Hermana Rosario González y sus consejeras porque después de cuatro años de mi formación me vieron digna y me aceptaron para tomar mis primeros votos por la gracia y el Amor de Dios. Agradezco a la hermana Margret Kuala que aceptó venir a Kenia como Consejera General de la Región Africa, para ayudarme a prepararme y recibir mis votos mientras me ofrecía a Jesús. Agradezco a mi comunidad de Kibiko donde me estoy formando desde hace cuatro años.
Mis hermanas me han sido de gran ayuda, la hermana Argimira, ahora en Mozambique, que fue mi formadora en los dos primeros años y la hermana Candelas, que ha sido mi maestra de novicias.
Nuestra comunidad de Madre de Dios en Kibiko ha sido de gran ayuda y siempre animándome a lo largo de mi camino de formación inicial, que Dios siga bendiciendo a todos y cada uno de los que me han ayudado de una forma u otra en mi formación, esto me ayudará mucho, ahora y en cualquier misión que se me envíe en mi día a día. Gracias por todos los sacrificios y preparativos para mi profesión que hicieron que mi día fuera hermoso y exitoso.
Que el Padre omnipotente siga ayudando y asistiendo a cada uno para poder trabajar en su viña. Que Él bendiga y proteja a cada uno. Mi agradecimiento a todas las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús por apoyarme con sus oraciones, sea benditas. Que Dios bendiga a Hna. María Teresa Delgado, nuestra Superiora General y a las consejeras, que nuestro Señor ayude y conceda a todas, las gracias necesarias para conducir la Congregación según su propia voluntad. Que la Virgen María Madre de Dios sostenga y guíe a cada una en todo lo que haga para mayor gloria de Dios.
Recuerdo a los miembros de mi familia, especialmente a mi padre fallecido, que tenía una gran preocupación por mi vocación. Era un padre que me animaba y me apoyaba de muchas maneras para que yo fuera religiosa y siguiera la voluntad de Dios dondequiera que Él me enviara. Doy las gracias a mi madre, mi hermano, y hermanas y todos mis familiares que han caminado conmigo y hasta al punto de dejar su trabajo en su casa para participar mi profesión, su alegría me hizo sentir que todavía me apoyan y caminan conmigo. A todos los que me han estado ayudando en la vida y en mi formación, que el Dios todopoderoso y siempre vivo esté siempre con vosotros.
Nuestra Señora del Monte Carmelo, madre mía, te agradezco por tomarme como tu hija y caminar conmigo, brindándome las gracias que necesito incluso cuando me siento abatida y desanimada. Eres una Madre que protege a todos los que ponen su confianza en ti y en tu hijo Jesucristo. Continúa estando conmigo, ayudándome a vivir con Jesús y agradarle buscando y haciendo su voluntad, para que yo pueda vivir feliz y seguir sirviéndole en esta querida familia de Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús.
Que Dios las bendiga a todas, dé a cada uno las gracias que necesita en la vida y sea siempre la guía de la vida de cada una. ¡Unidas en oraciones sean bendecidas!
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