La formación en ética social y ecológica con especial atención a la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es una de las líneas de acción que nos marcamos en el programa de trabajo, dentro de nuestro objetivo general, de: “Impulsar la justicia, paz e integridad de la creación, como rasgo distintivo de la misión de nuestra Congregación y de la Familia Carmelita”.
El 3 de octubre de 2020 el Papa Francisco nos ha tenido a bien hacer partícipes de la presentación de una nueva encíclica “Fratelli Tutti” (Hermanos tod@s), que en su contenido nos hace una llamada especial a la fraternidad de todos para la trasformación de la sociedad en la que vivimos. Y me pregunto: ¿Cómo podemos colaborar en esa trasformación?
Fratelli Tutti es la tercera encíclica del Papa Francisco, después de Lumen Fidei y Laudato Si. Su título se inspira en un escrito de San Francisco de Asís: «Miremos con atención, hermanos todos, al buen pastor que para salvar a sus ovejas sostuvo la pasión de la Cruz» (Admoniciones, 6, 1: FF 155) … Me pregunto: ¿Hay amor más grande?
La encíclica pide más fraternidad y solidaridad humanas, y es una llamada al rechazo de las guerras. El documento se centra en los problemas sociales y económicos contemporáneos y propone un mundo ideal de fraternidad en el que todos los países pueden formar parte de una «familia humana más amplia».
Haciendo un repaso de los capítulos para ver los temas tratados en la encíclica, me llama especial atención el capítulo quinto que trata de “la mejor política”.
Dadas las circunstancias actuales de nuestra sociedad, en la que los temas y problemas políticos son “el pan nuestro de cada día” … me he centrado en algunos puntos de este capítulo para hacer una reflexión sobre los “parabienes” de la denominada política que hoy en día esta tan mal vista y valorada.
Para empezar, he buscado en internet el significado de la palabra política en google, y me quedo con la siguiente definición, sobre todo lo subrayado en negrita: “La política es el proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de una comunidad humana. También es el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. La ciencia política constituye una rama de las ciencias sociales que se ocupa de la actividad en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por seres humanos libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es un quehacer ordenado al bien común.”
El Papa Francisco comenta en el art. 154 de la encíclica que “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común”. Y me pregunto: ¿Somos conscientes de que cada día estamos inmersos en diferentes procesos de tomas de decisiones ¿en nuestras comunidades, familia, trabajo, etc.? ¿Las decisiones que tomamos resuelven problemas y están ordenadas al bien común?
Más adelante en la encíclica, me llama la atención el título de un subcapítulo denominado “El amor político”. Se desarrolla en tres artículos que copio literalmente porque no tienen desperdicio…:
180. Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política». Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común».
181. Todos los compromisos que brotan de la Doctrina Social de la Iglesia «provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40)». Esto supone reconocer que «el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor». Por esa razón, el amor no sólo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sino también en «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas».
182. Esta caridad política supone haber desarrollado un sentido social que supera toda mentalidad individualista: «La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une». Cada uno es plenamente persona cuando pertenece a un pueblo, y al mismo tiempo no hay verdadero pueblo sin respeto al rostro de cada persona. Pueblo y persona son términos correlativos. Sin embargo, hoy se pretende reducir las personas a individuos, fácilmente dominables por poderes que miran a intereses espurios. La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes.
En el sentido que comenta el Papa Francisco la política, y según la Doctrina Social de la Iglesia «el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor». Me pregunto: ¿Vivimos así nuestras relaciones fraternas del día a día? ¿Procuramos la caridad social, el bien común por encima de nuestros individualismos? Como Familia Carmelita ¿buscamos caminos de construcción de las diferentes comunidades y grupos en los diferentes contextos socioculturales? ¿Es “nuestra alma” la caridad social?
No cabe duda, que en la medida que favorecemos el bien común en nuestros quehaceres diarios, en nuestros grupos, comunidades, familia, trabajos… estaremos de alguna manera contribuyendo a realizar una buena política, basada en la fraternidad y en el amor… Cada uno desde su cargo de responsabilidad tiene en alguna medida una incidencia política, y con nuestro ejemplo y testimonio también podemos dar ejemplo a otros. La política vista así es mucho más cercana, y nosotros podemos ser miembros activos en ella… nosotros también estamos llamados a desarrollar el bien común.
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