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María Teresa Delgado, hcscj
Superiora General

 

Bajo el lema de “Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad”, la vida religiosa quiere celebrar el XXVIII Jornada de la Vida Consagrada el 2 de febrero de 2024.

Queremos renovar nuestra entrega, con la misma ilusión y alegría en que un día feliz, dimos al Señor nuestro SI, haciéndonos sus discípulas, “encontrándole a Él en las cosas concretas de cada día”, como señala el P. Francisco, en medio del pueblo y su realidad.

Hay algo muy llamativo en el mensaje de este año que a nosotras nos llega muy adentro, el llamado en hacer la voluntad de Dios, y que Madre Asunción vivió e invitó a sus hijas en buscar y querer siempre que se hiciese la voluntad de Dios, ello implica obediencia a Dios y a sus mediaciones, viviendo una vida en el Espíritu. Experiencia teologal profunda.

La obediencia se vuelve la mejor palabra de libertad en la conciencia de los consagrados cuando madura desde la escucha mutua, desde el discernimiento en común, desde la capacidad que nuestros carismas nos otorgan para vivir la fraternidad como el gran signo profético de nuestro tiempo. La obediencia carismática es profética en su misma raíz y esencia” (CONFER)

Nuestro misión en la Iglesia de “dar gloria a Dios” se fundamenta en esta obediencia, para cumplir la voluntad de Dios, como Jesús: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Cuánta vida por cultivar y trabajar para generar vida y esperanza, como Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús, personas en búsqueda constante de Dios, todas unidas como Madre Asunción quería y como Jesús pedía al Padre en su despedida. (Jn. 17)

“… la vida consagrada, germina y florece en la Iglesia; si se aísla, se marchita. Madura cuando los jóvenes y los ancianos caminan juntos, cuando los jóvenes encuentran las raíces y los ancianos reciben los frutos. En cambio, se estanca cuando se camina solo, cuando se queda fijo en el pasado o se precipita hacia adelante para intentar sobrevivir”. (P. Francisco)

Dos jóvenes van presurosos al templo llamados por la Ley; dos ancianos movidos por el Espíritu. Esta doble llamada, de la Ley y del Espíritu, ¿qué nos enseña para nuestra vida espiritual y nuestra vida consagrada? Que todos estamos llamados a una doble obediencia: a la ley —en el sentido de lo que da orden bueno a la vida—, y al Espíritu, que hace todo nuevo en la vida. (Lc. 2, 22-40)

Como Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús vemos que estamos en la línea de estos mensajes y que hay muchas razones para la esperanza. Lo importante es estar disponibles y acoger con disponibilidad y gratitud el amor que Dios nos regala cada día a través de la Palabra, la Eucaristía y comunidad, seamos generosas y demos todo con alegría seguras de que Jesús y María van con nosotras. Él cumple su palabra y estará con nosotros hasta el final. (Mt. 28,20)

Dejémonos conducir por el Espíritu para que transforme nuestras vidas según su voluntad. Abiertas y apasionadas por Cristo, para que Él sea conocido y amado.

Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús

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